El mundo de la infancia y adolescencia es un terreno en el que los padres y educadores, en ocasiones, no cuentan con las suficientes estrategias para guiar los pasos que los niños y jóvenes han de dar en estas etapas cruciales para su desarrollo.
Habitualmente, los padres se sienten preocupados por el comportamiento de sus hijos. Es de esperar que el niño no sea capaz de explicar, entender o identificar lo que le ocurre, por tanto, es aquí donde los padres, dedicando tiempo a sus hijos, pueden observar signos de que algo no va bien. Si se tarda mucho tiempo en atajar el problema, generalmente se verán afectadas diferentes áreas del desarrollo, como son la autoestima, las relaciones sociales o la expresión de las emociones.
La mayoría de veces, se trata de comportamientos normales de su edad que pueden ser fácilmente reconducidos con unas pautas adecuadas. Sin embargo, hay situaciones en las que los padres no parecen encontrar la solución. Puede ocurrir que las relaciones entre padres e hijo estén muy deterioradas, o quizá, que su comportamiento comience a presentarse como un trastorno de conducta más grave. Se trata, entonces, de trastornos que pueden ser de larga duración, peligrosos o indicativos de desarreglos emocionales graves. En estos casos se requiere la intervención directa de un profesional especializado.
Existen otras razones por las que los padres pueden necesitar apoyo en su esfuerzo para educar a un niño sano y feliz. Es posible que, simplemente, quieran asegurarse de que sus decisiones son las mejores en unas circunstancias concretas, o deseen ideas nuevas para mejorar su vida familiar. Hay padres que quieren relacionarse eficazmente con sus hijos y buscan consejos para evitar futuros problemas.